¡Una única reunión en dos años y medio! ¡Ésa es la consideración y el respeto que la “ilustrísima” Consejera de Educación, Cultura y Deporte muestra hacia los representantes de más de 4.000 empleadas y empleados públicos!
Y aún así quiere que la Junta de Personal Funcionario no docente y el Comité de Empresa de Educación aceptemos de buen grado y como “alumnos aplicados” los desplantes a los que una y otra vez nos quiere tener acostumbrados.
Si tras el bochornoso espectáculo que ha tenido lugar en la mañana de ayer viernes, 5 de diciembre, no presenta de “motu proprio” su dimisión, bien haría el Presidente del Gobierno del Principado de Asturias, Javier Fernández, en tomar nota de su comportamiento o, mejor aún, de proceder a su cese inmediato… ¡por incompetente!
Alguien debería explicarle que “lidiar” con los representantes de los empleados públicos es una de sus obligaciones ineludibles, como una de las nuestras es “lidiar” con ellos como responsables que son de la gestión de su personal. Y, por supuesto, no le vendría nada mal tener lo que se ha venido en llamar un poco de “mano izquierda”…
El tiempo que llevamos detrás de esta Consejera para que nos reciba para hablar del cierre obligado de los centros educativos en agosto -impuesto sin ninguna negociación- sólo es comparable con la paciencia que ha demostrado tener esta Junta de Personal tolerando “estoicamente” su actitud esquiva para con este órgano de representación, a pesar de que su Consejería -y en especial los centros educativos adscritos a ésta- es una de las dos en las que el personal se encuentra en peores condiciones laborales y una de las dos en las que se genera un mayor número de quejas y denuncias por parte del personal al servicio de esta Administración.
Ayer podía haber sido ese momento, pero no lo fue. Y a pesar de que sabía de nuestra presencia en la Consejería y le hubieran bastado un par de minutos para “despacharnos” citándonos para un día cualquiera, optó por ignorarnos una vez más con la pobre excusa de que estaba reunida. Esta incalificable actitud terminó por colmar la paciencia de esta Junta de Personal… Lo que luego pasó queda para su vergüenza, máxime cuando las únicas palabras que no se cansó de repetirnos una y otra vez fueron las “¡Márchense, márchense!”…
Consejera… ¡váyase usted!